Dejen que las flores crezcan,
en mi barrio de fuego,
casa fantasma,
donde añoro recuerdos,
de infancias desgastadas,
soy el hambre de los muertos,
altares sin cuerpo,
con la muchedumbre enojada,
y parientes chillantes,
son los patriotas reales.
Raíces en cautiverio,
olvidadas en entierros,
sagrados partidarios,
de lenguas secretas.
Allá en Linares,
habitan estrellas regias,
visito a mi abuelo,
muerto nunca me quiso,
marica primero;
incendio el panteón,
de invertebradas columnas de llanto,
soy un ángel caído,
enjuiciado por tu olvido.